INSTITUTO MACROBIÓTICA ZEN

Material Exclusivo para Estudiantes

Obesidad, sobrepeso y salud

En esta unidad queremos compartir contigo algunos párrafos muy interesantes sobre el problema de la obesidad tratado en el magistral libro «El estudio de China», de los doctores T. Colin Campbell y Thomas M. Campbell. 

 

La obesidad

Quizá hayas oído las noticias. Quizá hayas visto las impresionantes estadísticas sobre la obesidad de los estadounidenses.
Quizá simplemente hayas advertido que, en comparación con unos pocos años atrás, cada vez un mayor número de las personas con las que te cruzas en la tienda de comestibles tiene sobrepeso. Quizá hayas observado en las aulas, las áreas recreativas o los centros de atención diaria. La gran cantidad de niños con problemas de sobrepeso, incapaces de correr seis metros sin quedar sin aliento.

No es fácil sustraerse a la batalla que mantenemos contra la obesidad en estos días. Si abres un periódico o una revista, enciendes la radio o la televisión, te enteras de que Estados Unidos tiene graves problemas en relación con el peso corporal. De hecho, hoy en día, dos de cada tres adultos del país exceden su peso ideal, y un tercio de la población adulta es obesa. Y el problema no solo reside en que estas cifras sean altas; también es nefasta la rapidez con que se han disparado últimamente.

Pero ¿qué significan los términos “sobrepeso” y “obeso”? La forma convencional de expresar el tamaño de la estructura corporal es el índice de masa corporal (IMC), que estima el peso ideal de una persona (en kilogramos, kg) en función de la estatura (en metros, m). Las normas oficiales indican que cuando un individuo sufre sobrepeso, tiene un IMC superior a 25, pero si su IMC sobrepasa un valor de 30, se le considera obeso. Se utiliza la misma escala para hombres y mujeres. Puedes determinar tu propio IMC utilizando el gráfico , que incluye la información necesaria en kilogramos y metros, para mayor utilidad.

 

 

GRÁFICO 6.1: TABLA DEL ÍNDICE DE MASA CORPORAL

Los niños

Posiblemente el elemento más deprimente de nuestra inmensa confusión es el número creciente de niños gordos y obesos. Alrededor del 15% de los niños y jóvenes estadounidenses (con edades comprendidas entre los seis y los diecinueve años) ya tienen sobrepeso, y otro 15% corre el riesgo de padecer este problema.

Los niños con sobrepeso están expuestos a una amplia gama de desafíos psicológicos y sociales. Como todos sabemos, los niños tienen la habilidad de ser sinceros y directos, motivo por el cual algunas veces el patio del recreo puede ser un lugar despiadado. A los gordos les resulta más difícil hacer amigos y a menudo son tildados de torpes y perezosos. Tienen más probabilidades de enfrentarse a dificultades de aprendizaje y problemas de conducta, así como de desarrollar una baja autoestima durante la adolescencia, que puede prolongarse durante toda su vida.

Los jóvenes con sobrepeso también son más propensos a sufrir una serie de problemas de salud. Sus niveles de colesterol suelen ser elevados, lo que puede ser un indicador de varias enfermedades mortales. Tienen mayores posibilidades de sufrir intolerancia a la glucosa y, como consecuencia, de enfermar de diabetes. La diabetes tipo 2, que antes solo se veía en adultos, está creciendo a un ritmo vertiginoso entre los
adolescentes. En comparación con los demás niños, los obesos tienen nueve veces más probabilidades de sufrir de tensión arterial (sanguínea) alta.

Uno de cada diez niños obesos padece apneas, durante el sueño, un trastorno que puede causar disfunciones neurocognitivas. Existe una amplia variedad de problemas óseos que se observan con mayor frecuencia en los niños obesos. Y lo más importante, hay grandes probabilidades de que un joven obeso sea un adulto obeso, lo cual aumenta considerablemente la perspectiva de que sufra problemas de salud a lo largo de toda su vida.

 

Consecuencias para los adultos

Si eres obeso, es muy probable que seas incapaz de hacer un montón de cosas que te permitirían gozar más de la vida. Acaso no puedas jugar vigorosamente con tus nietos (o con tus hijos), andar largas distancias, practicar deportes, encontrar un asiento que te resulte cómodo en el cine o en un avión, o tener una vida sexual activa. Quizá ni siquiera puedas sentarte tranquilamente en una silla sin experimentar dolor de espalda, o en las articulaciones. Para muchas personas, estar de pie puede resultar demoledor para las rodillas. Transportar un peso excesivo es posible que afecte notablemente a la movilidad física, el trabajo, la salud mental, la percepción de sí mismo y la vida social. Como puedes ver, todo esto no conlleva un peligro de muerte, pero implica no poder disfrutar de muchas de las cosas más placenteras de la vida.

Es evidente que nadie desea estar gordo. Entonces, ¿por qué dos de cada tres adultos estadounidenses tienen sobrepeso? ¿Por qué un tercio de la población es obesa? El problema no es la escasez de dinero. En 1999, solo el costo de los tratamientos médicos para la obesidad ascendían a 70,000 millones de dólares. En 2002, unos escasos tres años más tarde, la Asociación Americana de Obesidad informó que dichos costos representaban 100,000 millones de dólares. Y esto no es todo. Hay que añadir otros 30,000 o 40,000 millones del dinero de bolsillo que gastamos para no engordar. Apuntarse a programas dietéticos especiales para perder peso y tomar pastillas para reducir nuestro apetito o reorganizar nuestro metabolismo se ha convertido en un pasatiempo nacional.

Este es un agujero negro económico que succiona nuestro dinero sin ofrecernos nada a cambio. Imagina que le pagas 40 dólares a un plomero para que arregle una fuga de agua que hay en el fregadero de tu cocina, y dos semanas más tarde, la tubería del fregadero explota, la cocina se inunda y tú debes pagar 500 dólares por la reparación. ¡Apuesto a que no volverás a pedirle al mismo plomero que te repare el fregadero otra vez! Entonces, ¿por qué probamos una y otra vez esos regímenes para perder peso, leemos libros de dietas, tomamos bebidas especiales o consumimos barras energéticas y recurrimos a diversos ardides publicitarios que no nos ofrecen lo prometido?

Yo aplaudo a las personas que intentan conseguir un peso saludable. No cuestiono el valor, el mérito ni la dignidad de las que están gordas, de la misma forma que no cuestiono a las víctimas de cáncer. Critico a un sistema social que no solo permite que exista este problema, sino que incluso lo fomenta. Creo, por ejemplo, que nos estamos ahogando en un océano de pésima información, gran parte de la cual tiene como objetivo que alguien se llene los bolsillos de dinero. Lo que necesitamos de verdad es una nueva solución basada en informaciones correctas, para que cada individuo la utilice pagando el precio que pueda permitirse.

 

El ejercicio físico

El efecto adelgazante de la actividad física es innegable y las evidencias científicas lo respaldan. Una revisión reciente de todos los estudios fiables comparó la relación entre el peso corporal y el ejercicio y demostró que las personas más delgadas son las que despliegan una mayor actividad física. Varios estudios concluyeron que practicar ejercicio con asiduidad ayuda a no volver a recuperar los kilos perdidos gracias a los programas de actividades físicas. Esto tampoco es una sorpresa. No es una buena idea comenzar y abandonar reiteradamente una rutina de ejercicios; lo más conveniente es incorporarla a tu estilo de vida para poder estar en buena forma y no limitarte a quemar calorías.

¿Cuánto ejercicio es necesario practicar para no recuperar el peso perdido? Una estimación aproximada de una reseña aceptable es que hacer ejercicio entre quince y cuarenta y cinco minutos diarios, todos los días, ayuda a mantener un peso corporal entre cinco y ocho kilos más ligero que el que tendrías si no practicaras ejercicio. Por curioso que pueda parecer, no debemos olvidarnos de la actividad que realizamos de forma espontánea mientras nos ocupamos de nuestras tareas cotidianas, puesto que puede suponer entre 100 y 800 calorías diarias (kcal/día). Las personas muy activas, que habitualmente “van de aquí para allá”, están muy por delante de aquellas que se han quedado atrapadas en un estilo de vida sedentario.

 

En la dirección correcta

La obesidad es el presagio más nefasto de la mala salud que padecen actualmente las naciones occidentales. Decenas de millones de personas llegarán a la invalidez y la atención sanitaria estará más sobrecargada que nunca. Muchas personas e instituciones trabajan para minimizar este problema, aunque su forma de combatirlo es ilógica y está basada en una mala información. Para empezar, hay muchas promesas de efectos rápidos y muchos trucos publicitarios. La obesidad no es algo que pueda arreglarse en unas pocas semanas, ni siquiera en unos pocos meses, y deberías estar muy atento a las dietas, pociones y píldoras que prometen una pérdida rápida de peso pero no auguran una buena salud en el futuro. La dieta que ayuda a perder peso a corto plazo debe ser la misma que promueve y mantiene la salud a largo plazo.

Por otro lado, existe una tendencia errónea a centrarse en la obesidad como una enfermedad independiente y aislada. Al considerar la obesidad de este modo, solo nos ocupamos de buscar curas específicas para adelgazar pero desatendemos otras dolencias estrechamente vinculadas a ella. Es decir, sacrificamos el contexto.

Por otra parte, debo insistir en que hagamos caso omiso de quienes pretenden convencernos de que podríamos controlar la obesidad si conociéramos su base genética. Hace algunos años, se dio gran publicidad al descubrimiento del “gen de la obesidad”. Más tarde se descubrió un segundo gen asociado a la enfermedad; luego un tercer gen, posteriormente un cuarto, y así sucesivamente. El propósito que se oculta tras la búsqueda del gen de la obesidad es que los investigadores puedan desarrollar un fármaco capaz de combatir o eliminar sus causas. Se trata de una meta con poca visión de futuro y, al mismo tiempo, infructuosa. Pensar que determinados genes identificables constituyen la base de la obesidad –es decir, que todo está en la familia– nos permite culpar fatídicamente a una causa que no tenemos la capacidad de controlar.
Sin embargo, podemos controlar la causa. Está justo al final de nuestro tenedor.

 

TAREA DE ESTA UNIDAD

✍ Calcula tu peso utilizando el gráfico 6.1, y toma conciencia de lo importante que es alcanzar tu peso normal para recuperar tu salud y mejorar tu calidad de vida.

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