Hubo un tiempo en el que yo también estaba enganchado a las noticias, sobre todo en tiempos de «Plandemia». A lo largo del día revisaba las noticias y, por la noche, cerraba el ciclo con más noticias. Sentía que estar informado era mi deber, que así entendía el mundo. Pero con el tiempo, me di cuenta de que algo no cuadraba.
En lugar de sentirme más preparado para enfrentar la vida, me notaba más ansioso, más desconfiado, más agotado mentalmente. Día tras día, las noticias negativas iban moldeando mi percepción de la realidad, haciéndome creer que el ser humano es peligroso, que la violencia y el egoísmo son nuestra esencia. ¿Realmente el mundo es así o es solo lo que me estaban mostrando?
Las noticias negativas funcionan como el azúcar. Generan dependencia, activan nuestro sistema de recompensa y nos mantienen atrapados en un ciclo de consumo compulsivo. Como un dulce que dispara picos de glucosa y nos hace desear más, las malas noticias activan nuestro sistema de alerta y refuerzan la idea de que vivimos en un mundo hostil. Cada noticia de crisis, de guerra, de conflicto, nos hace sentir más inseguros, más polarizados, más desconectados de los demás.
Y así como el azúcar afecta nuestro cuerpo, el bombardeo constante de noticias negativas afecta nuestra mente. Nos mantiene en estado de tensión permanente, nos drena la energía, nos llena de miedo y refuerza la idea de que hay que estar en guardia. No es casualidad que la sociedad esté cada vez más dividida: cuando consumimos solo un tipo de información, al igual que cuando comemos solo un tipo de alimento, nuestra salud –física y mental– se resiente.
Pero, igual que con el azúcar, podemos elegir. Así como podemos sustituir los ultraprocesados por alimentos naturales y equilibrados, también podemos cambiar nuestra dieta informativa. Elegir qué consumimos, qué permitimos entrar en nuestra mente. No se trata de vivir en un mundo de fantasía, ignorando lo que pasa, sino de enfocar nuestra atención en lo que nos aporta, en lo que nos ayuda a construir en lugar de destruir.
Cuando decidí reducir mi consumo de noticias, mi percepción del mundo cambió. Me enfoqué en lo que sí podía hacer, en lo que estaba en mis manos mejorar. Recuperé el placer de leer, de estar en contacto con la naturaleza, de mirar a la gente a los ojos sin el filtro del miedo. Dejé de ver a la humanidad como un problema y empecé a notar su bondad en los pequeños gestos cotidianos que las noticias nunca muestran.
Y, sobre todo, aprendí a «soltar y confiar». A comprender que no tengo que cargar con todo, que hay problemas que no necesito resolver yo mismo. Aprendí a dejar que otras personas, con sus propias habilidades y experiencia, se ocupen de lo que está fuera de mi alcance. Y en lugar de desgastarme intentando controlar todo, me enfoqué en lo que realmente puedo aportar al mundo: mis dones, mis talentos, aquello que sé hacer bien. Centrarse en lo mejor de uno mismo no es evadir responsabilidades, sino reconocer dónde está nuestro verdadero valor y permitirnos fluir sin el peso de aquello que nos supera.
Es un reto, sí, porque el morbo vende, igual que el azúcar endulza. Pero cada uno de nosotros tiene el poder de decidir qué alimenta su cuerpo y su mente. Y en ese acto de elegir conscientemente, está la posibilidad de vivir con más equilibrio, más paz y con una visión del mundo más realista.
¿Qué información consumes cada día? ¿Te nutre o te drena? ¿Cómo crees que cambiaría tu estado emocional si redujeras tu exposición a la negatividad mediática?
Te propongo un pequeño ejercicio: durante un día, anota todas las noticias que consumes, ya sea en redes sociales, televisión o conversaciones. Luego pregúntate: ¿cómo me ha hecho sentir cada una? ¿Qué pensamientos ha generado en mí? ¿Es esto lo que quiero seguir alimentando en mi mente?
Y si quieres ir más allá y experimentar con cada una de tus células: vive los próximos cuarenta días sin ver ni una sola noticia ni comer un solo gramo de azúcar. No tendrás que creerme, sentirás en tu propia mente y cuerpo los efectos positivos de tamaña desintoxicación. Es un ejercicio gratuito, solo requiere voluntad y valentía.
La verdadera libertad comienza cuando elegimos qué permitimos entrar en nuestra conciencia. Me encanta la enseñanza de Mahatma Gandhi cuando sentenció: «No dejaré que nadie camine por mi mente con los pies sucios».
Muchas gracias Mariano! Con tus palabras expresaste lo que yo también pienso. Por eso hace mucho tiempo que no veo la television ni dejo entrar sin control en mi mente cada clase de noticias, porque creo que estando constantemente atrapados en el miedo, la ira y la frustración no es posible vivir bien ni tampoco ayudar a los demás y contribuir a mejorar este nuestro mundo.
Me ha encantado Mariano. Hace ya bastante que te sigo y me sirven muchísimo tus consejos. Voy a poner into practice quitting news and social media, everything but yours.
Además de YouTube, Instagram y tub web y la comunidad, Deberías tener un canal privado de suscripción. En serio lo digo.
Hola Mariano! No sabes que valor tienen estas palabras que he leído, llegaron en el momento justo en que debía escucharlas. Te agradezco muchísimo por todo lo que compartes. Un abrazo desde Argentina. Ojalá algún día pueda realizar algún taller contigo
Me ha servido mucho gracias mariano
Gracias Mariano por tus palabras sabias.