Estaba lleno de montañas rocosas erosionadas por el mar. Galicia nos vuelve a emocionar. Me sentí pequeño caminando entre los recovecos de esas catedrales naturales. Pero enseguida recordé la dimensión de nuestro ser infinito.
En nuestra catedral física la mente encuentra obstáculos en el proceso de madurez. Tener una mente lúcida y ecuánime es el objetivo de todo yogui y es lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos y por la humanidad entera, pues todos somos uno.
Por eso, el tiempo que dediquemos al trabajo sobre uno mismo para el mejoramiento y la libertad interior es el tiempo mejor invertido en nuestras vidas.
Según mi maestro Ramiro Calle, en el yoga se establecen varios obstáculos para la mente: la ofuscación, el apego, la aversión, el egocentrismo, el desasosiego, el abatimiento, la malevolencia, la duda escéptica, el entendimiento incorrecto, la pereza y la impaciencia.
Estos obstáculos pueden aprovecharse para crecer interiormente, elevar la consciencia, desarrollar poder interior y activar el sentido de ecuanimidad.
Los obstáculos están, siempre allí, esperándonos, pero se pueden usar como aliados para nuestro mejoramiento. Cuando más grande es el Yin, más grande será el Yang. Cuanto más grande es el problema, más cerca estaremos de la solución. No hay transformación sin obstáculos.
Tenemos que encontrar motivación ante semejantes aliados. Tenemos todo por hacer, y eso nos permite darnos cuenta de que somos creadores de nuestro destino. Depende todo de nosotros, de nuestro esfuerzo y responsabilidad. Somos seres libres para hallar nuestra luz interior, el brillo de nuestra mente.
Es un juego apasionante en este mundo de Yin y de Yang. Yin contiene la semilla de Yang y viceversa, y ambos son susceptibles al cambio en la energía opuesta. Todo cambia, podemos revertir cualquier situación desagradable, cualquier enfermedad, cualquier malestar. Y de igual manera, si no nos gusta nuestra mente, entonces podemos cambiarla, salir del bucle de los mismos hábitos y pensamientos.
¿Y cómo hacemos el cambio? Sé que no es fácil pero contamos con muchas herramientas prácticas en el yoga, principalmente contamos con cientos de técnicas de meditación que nos regalaron los antiguos yoguis, que sin duda fueron los primeros psicólogos de la humanidad.
Sin embargo, yo añadiría que la alimentación es la base del funcionamiento de nuestro ser. Llevo años dedicado a la macrobiótica, aplicando tanto en mi vida personal como asesorando a otras personas de forma profesional. Y he experimentado la importancia de preparar al cuerpo, nuestra catedral física, para que sea más permeable a la elevación de conciencia.
Puedo hablar por mí. También por Carolina, que ha desarrollado una gran sensibilidad por la espiritualidad de forma gradual a lo largo de todos estos años. Nos hemos ido “sutilizando” gracias a la alimentación macrobiótica, con ese alimento “sutilizador” y equilibrante que es el cereal entero.
No basta con meditar porque no hay paz interior si no hay un alimento que nos pacifique. En un mundo dual, hay alimentos extremos que generan violencia y otros más equilibrados energéticamente que propician nuestros estados más nobles.
Por eso, tenemos que sanear el cuerpo, permitir que nuestra antena reciba mejor la señal del universo infinito. La mente, que no está sólo en el cerebro sino en cada una de nuestras células, necesita expresar su grandeza y no puede hacerlo en un ambiente tóxico, enfermo, desorganizado, disfuncional.
Cuerpo y mente están unidos. Lo que comemos, lo que pensamos y sentimos, están íntimamente relacionados. Si queremos tener las ideas más claras, una mente más pacífica y seguir el camino del corazón, es necesario transformar nuestra alimentación.
¿Cuántos apegos y compulsiones de nuestra mente quedan al descubierto cuando nos llevamos a la boca un chocolate o un vino? ¿Cómo está el mundo por los hábitos y alimentos basura?
De todas estas cosas reflexiono en mi libro “El yoga de los alimentos. Macrobiótica para conectar con nuestro ser esencial”.
Hace dos meses que iniciamos este viaje y aún no estoy muy seguro de qué es lo que debo compartir en este blog. No quiero que todo se centre sólo en mis aventuras personales en caravana. No quiero ser otro pesado en las redes hablando de sí mismo mirándose al ombligo. Y tampoco quiero mandar más emails de los que ya mando.
Me gustaría compartir contigo algo de valor que te sirva para aplicarlo a tu existencia. Por eso quiero compartir esta reflexión contigo y la foto de la Playa de las Catedrales en Galicia, esperando que pueda servirte de alguna manera, para seguir viajando juntos por el camino de la vida.
Eres un ser infinito, no lo olvides nunca. Encuentra tu luz interior, tu camino, tu grandeza. Todo depende de ti.
Es maravilloso cómo describes la conexión entre cuerpo y mente y el impacto que tiene nuestra alimentación en ambos. A veces olvidamos que somos más que simples pensamientos y emociones; cada elección que hacemos en nuestra alimentación y en nuestras prácticas diarias nos lleva hacia una versión más plena de nosotros mismos. Gracias por recordarnos que la grandeza está en nuestro interior, esperando ser descubierta.
He terminado El yoga de los alimentos y no puedo más que agradecerte por compartir tanta sabiduría en un solo libro. No sólo me abrió los ojos a la importancia de cada alimento en nuestro equilibrio interno, sino que también me ayudó a conectar con mi propia esencia de una forma que jamás imaginé. Siento que cada página es una invitación a despertar, a vivir en armonía con el universo y conmigo misma.