El fin de semana hemos ido a probar la caravana a la playa de Santa Pola, al sur de la ciudad de Alicante, en la Comunidad Valenciana. Apenas a una hora de casa.
Es un lugar perfecto para pasar una o varias noches en plena naturaleza, con mar y bosque a placer. Es un aparcamiento para furgonetas, caravanas y autocaravanas espectacular. Te dejo aquí el enlace.
Aún no hemos comenzado el viaje pero quisimos experimentar una noche en nuestra nueva caravana. ¡Y nos ha encantado! ¡Estamos preparados para viajar durante un año!
La gente normal da este paso antes de tomar grandes decisiones: primero prueba a ver qué tal se duerme en una mesa convertible en cama de 60 centímetros de ancho, y luego, con alguna contractura en el cuello, puede tomar la decesión de aventurarse a dormir así durante un año.
Pero nosotros solemos tomar alguna que otra decisión siguiendo más al corazón que a la razón. No nos ha ido mal así, hemos tomado muchas grandes decisiones siguiendo el camino del corazón, pero los desafíos suelen ser más grandes de lo esperado. Y luego es cuando la razón, nos sienta en sus nalgas para darnos unas palmaditas en la espalda y nos muestra sus dientes y una sonrisa burlona insoportable.
Por la mañana dejamos la casa María, una amiga alemana que gentilmente nos permitió guardar nuestra caravana, y todo era una incógnita, pues era mi segunda vez remolcando una casa rodante. La primera había sido apenas unas semanas atrás cuando se la compramos a Vicent, en el pueblo de Pedreguer, Alicante.
La caravana es muy pequeña, mide 4 metros de largo, se conduce muy fácil y las maniobras son sencillas. Y con la sensación de estar andando a caballo por primera vez, llegamos a destino sanos y salvos.
Acampamos y los niños corrieron del coche a la caravana para entrar y jugar. ¡No querían salir! No querían ir a la playa ni al bosque, ¡no querían bajarse! Carolina y yo también tuvimos que obligar a nuestros niños interiores para que dejaran el juguete nuevo.
Tomamos medidas, evaluamos aquellos cambios que necesitamos hacer, mejoras, cosas a comprar y cómo organizarnos para el viaje. ¿Quién duerme aquí, quién allí? Y pequeños arreglos para ponerla a gusto. Nuestros cuerpos estuvieron buscando su lugar, midiendo los pasos en un lugar tan reducido sin chocar con los otros habitantes que ahora parecen más grandes que en nuestra casa.
Cocina, salón y dormitorio será una sola palabra en nuestro vocabulario de viaje. No hay espacio para tantas comas y significados. Sin embargo, la caravana es amplia, cómoda, dentro de esos 6 metros cuadrados en los que cuatro personas tendremos que convivir. No hay posibilidad de dar un portazo y encerrarse en una habitación. Sólo se puede echar a correr.
Además de estar dentro de la caravana varias horas, también jugamos en el bosque, disfrutando del frescor a la sombra de los pinos, paseamos y nos bañamos en el mediterráneo en la Playa naturista del Carabassí.
Al mediodía cocinamos una quinoa con verduras que nunca me había salido tan rica, con algunos huevos duros. Por la tarde cenamos el primer arroz integral de la «era caravana». Corría el aire, fueron comidas muy placenteras y dedicamos también bastante tiempo a la lectura.
Fue la primera vez que cociné en la caravana y tengo que decir que tiene el mejor fuego bajo que he usado en mi vida. Tiene la potencia perfecta que solemos emplear los macrobióticos para hacer las cosas despacio y bien hechas, y así añadir solidez a nuestra vida.
Mostraré en mi Instagram la maravillosa cocina de nuestra caravana holandesa de 1976. Nuestra nueva casa con la que viajaremos por España a partir de agosto, durante 1 año, para enseñar y difundir la macrobiótica, el minimalismo y los hábitos saludables.
Vamos a presentar mi libro, hacer talleres de cocina y dar charlas allí donde nos convoquen.
Y tenemos, casi listos, los primeros pasos, los primeros destinos.
Si vives por alguno de los próximos destinos que puedes ver en nuestra página de viaje, nos encantaría conocerte.