Mientras escribo esta entrada al diario de viaje, disfruto de una infusión de varias hierbas medicinales, entre ellas, el eucaliptus hembra que recogimos en Asturias, de un sabor y una fragancia exquisitos.
Al fin estamos en el Algarve, en Albufeira. Este lugar tiene un ambiente relajado, con una mezcla de playas doradas y acantilados que se asoman al mar. El mar y la tierra se abrazan en un hermoso espectáculo de colores y texturas. Los atardeceres en el camping donde estamos son rojizos, impresionantes.
Después de dos meses de duchas al aire libre, volver a abrir el grifo y sentir el agua caliente caer sobre nosotros y en toda la cantidad que quieras, ha sido un pequeño lujo, casi mágico. Esta semana hemos hecho una pausa en un camping aquí en el Algarve, y algo tan cotidiano como tomar una simple ducha, se ha convertido en un recordatorio de lo afortunados que somos.
Es curioso cómo las cosas más simples se vuelven extraordinarias cuando las perdemos. ¿Cuántas veces nos detenemos a agradecer el agua caliente o la comodidad de una calefacción? Y pienso en tantas personas en el mundo que nunca han tenido esta oportunidad. Por eso, estos momentos nos invitan a sentir gratitud profunda por lo que damos por hecho habitualmente.
En cuanto al Algarve, lo mejor sin duda, es su clima inigualable: ¡disfrutaremos de una semana completa bajo un sol radiante y sin lluvias! Con temperaturas agradables que rondan los 22 grados, este rincón de Portugal se siente como un verdadero paraíso.
El sol no solo ilumina las playas de arena dorada y los majestuosos acantilados, sino que también llena de energía cada rincón de nuestro viaje. Caminando por la costa, el brillo del océano se mezcla con la calidez del ambiente, creando una atmósfera perfecta para relajarse y disfrutar de la naturaleza. En este lugar, cada día es una celebración de la vida al aire libre, recordándonos que a veces, la felicidad se encuentra en lo simple: un día soleado, la risa de nuestros hijos y la promesa de nuevas aventuras por descubrir.
Lo que más nos ha impresionado es la Ponta da Atalaia, un rincón donde las rocas se encuentran con el océano y el paisaje se siente muy vivo. Hasta llegar a los acantilados, pasamos por una zona de casas que nos recordó a Playa Ventanas en Guanacaste, Costa Rica. La estética es similar, y allí disfrutábamos de una playa muy larga, sin apenas gente y un mar con grandes olas. También recordamos la Playa Grande en Costa Rica cuando llegamos a la Praia da Manta Rota: una gran extensión de arena, con médanos y flanqueada por arbustos. Muy recomendables las playas de esta zona del Algarve.
Entre los acantilados y la playa encontramos un merendero y quien ahora escribe estas líneas «dio la nota» como siempre, sacando del coche una gran olla con comida. «La comida saludable no es negociable, no hay excusas que me hagan desistir de mis manjares macrobióticos».
En esta ocasión llevé una preparación con mijo que nos encanta: sofríe algunas cebollas en juliana con aceite de oliva, luego añade trozos de calabaza hokkaido y sal marina al gusto. Cocina a fuego bajo y medio tapado. Cuanto más tiempo, más dulce queda. Luego añade una taza de mijo y tres tazas de agua caliente. Si lo deseas, puedes agregar un poco de pescado blanco. Por cuestiones de viaje, le añadí una lata de bonito del norte. Aunque la mayoría de las veces la hago sin pescado. Luego agrega sal marina al gusto para toda esa agua y mijo que has añadido. Sé generoso con la sal, que no te quede soso, dale potencia, dale Yang. Luego calienta a fuego fuerte hasta que hierva. Baja el fuego al mínimo, tapa y cocina durante media hora.
Aquí va un toque que me encanta: diez minutos antes de que termine la cocción, añade una cucharada de cúrcuma y un poco de pimienta negra. El mijo quedará amarillo y sumarás los beneficios antiinflamatorios de la cúrcuma.
Gracias a su curcumina, la cúrcuma se convierte en un aliado formidable contra la inflamación, casi como tener un ibuprofeno natural al alcance de la mano. He leído que su magia actúa a nivel celular, ayudando a calmar esos dolores que a veces nos acompañan, como los de la osteoartritis. Y no sólo eso, también se dice que mejora la función hepática, ¡qué maravilla!
Incorporarla en nuestra dieta diaria podría ser un gesto pequeño pero poderoso, ya que puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades inflamatorias crónicas y hasta de ciertos tipos de cáncer. Así que, de vez en cuanto añado un poco de cúrcuma a las recetas, llenando nuestro viaje de salud y vitalidad.
Este plato dulce lo disfrutamos en un merendero cerca de la Playa de Monte Clérigo, adonde bajamos para terminar la tarde rodeados de un ambiente surfero, con tablas bajo el brazo, niños con neoprenos, y envueltos por la alegría de la gente cuando está en la playa y la brisa del mar.
Hice la receta esta que recomiendas y en casa triunfó! Gracias!