El camino del corazón

Mariano Rodríguez

Mariano Rodríguez

Autor del libro "El yoga de los alimentos"

La muerte de mi tío José fue el empujón que me faltaba para tomar una decisión que habíamos postergado durante cuatro años.

Habíamos viajado mucho, vivido en diferentes países, pero nunca de esta manera: un viaje fuera del engranaje de lo normal. Y cuando sufres la pérdida de un ser querido, sientes que la rutina se frena de golpe y te pregunta: ¿Cuál es tu verdadero camino?

Queríamos pasar más tiempo con nuestros hijos, alejarnos de la rutina y aprender de cada lugar, de cada persona, conocer España a fondo, el cantar de su naturaleza. Sin embargo, este sueño de viajar en caravana quedó lleno de polvo en una estantería desde nuestro regreso de Costa Rica.

Aquel domingo de sobremesa con Carolina, después de una deliciosa paella de arroz integral en nuestro solarium, con una brisa suave y el Mediterráneo en el horizonte, tomamos finalmente la decisión. 

Sentí un poco de vértigo, como si todo se estuviera moviendo un poco más rápido de lo que esperaba. ¿Un año viajando? De repente, esa tarde de primavera tranquila se convirtió en el preludio de algo más grande.

Las muertes siempre me hacen reflexionar. Nos recuerdan lo efímera que es la vida. Los problemas que parecen tan importantes pierden peso ante la conciencia de que todo es temporal. ¿Quién sabrá algo de Los Beatles dentro de mil años? Quizás para entonces se pregunten si «Twist and Shout» era un tipo de ritual antiguo.

Es en esos momentos de reflexión que recupero mi centro. Intento hacer de la muerte una consejera, no una enemiga. Nos susurra que este cuerpo, esta vida, es pasajera. Como dice un yogui: «Venimos al mundo a sacarnos una foto y nos vamos». 

Es precisamente esa fugacidad la que me recuerda enfocarme en lo verdaderamente esencial y aprovechar mis dones para nutrir la conciencia de los demás. En esos momentos, comprendo que mi misión más pura es contribuir al despertar de la conciencia colectiva. 

Y hacer un viaje por España para difundir la macrobiótica, es una excelente oportunidad.

Dice el Popol Vuh que, cuando tengas que elegir entre dos caminos, pregúntate cuál de ellos tiene corazón; pues quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca.

También las muertes de seres queridos y la fugacidad del tiempo puede ayudarnos a poner en perspectiva los miedos, que a menudo parecen los más grandes del mundo, cuando en realidad son insignificantes. 

Comprendemos que el mundo no dejará de girar con nuestra ausencia, y que la vida no se detendrá. Algunos derramarán lágrimas de apego durante un tiempo, hasta que logren liberarse; otros sentirán alivio con nuestra partida. Sin embargo, en cualquier caso, la vida seguirá fluyendo, como un río que siempre encuentra su cauce hacia el infinito.

¿Cómo vamos a postergar nuestros sueños? ¿Cómo podemos temer y hacernos pequeñitos ante los grandes desafíos de la vida?

¿Te has preguntado alguna vez qué estás haciendo con tu vida? ¿En qué estás invirtiendo tu energía? ¿Te has detenido a reflexionar sobre tu misión en este mundo?

¿Para qué has venido?

Yo me encuentro escribiendo estas líneas para que juntos despertemos a lo esencial, dejemos atrás la oscuridad mental y renazcamos con una conciencia más elevada, más luminosa. De esta manera, podremos aprovechar este efímero regalo de la vida en proyectos que realmente valgan la pena, que nos mejoren y nos ayuden a encarnar el gigante que llevamos dentro.

Así que, con la mente despejada, di el paso y tomé la decisión de salir de mi zona de confort y emprender un viaje hacia lo desconocido. Nuestra casa quedó alquilada, ¡así que no hay vuelta atrás! 

En este primer tramo del viaje hemos vivido momentos increíbles, tanto en la naturaleza como en la conexión con otras personas. Continuamos trabajando online como de costumbre, pero ahora cada jornada tiene paisajes distintos, nuevas sensaciones y alguna que otra ducha portátil improvisada.

Nuestro viaje es un libro abierto que cada día se alimenta con nuevas ideas. Hoy, dar un taller de macrobiótica en Asturias. Mañana, tal vez cruzar la frontera francesa hacia Plum Village, o colaborar en un proyecto de voluntariado en Kenia. Aunque, no te voy a mentir, hay días en los que extrañamos nuestra gata Dina y nuestros colchones de látex mullido.

Hace poco, un niño le contó a Dillon sobre un viaje muy especial que hará para fin de curso. Luego le preguntó a mi hijo: ¿Y tú, qué harás como viaje de fin de curso? Dillon lo miró y, con la lógica simple que solo un niño puede tener, respondió: «¡Volver a casa!» 

Y ahí está, la gran verdad de nuestra aventura: no importa cuánto viajemos, siempre habrá un deseo de regresar, pero también, en cada regreso, una nueva versión de nosotros mismos. No seremos los mismos, nunca regresaremos realmente. Tal vez por eso estamos aquí, para aprender a ser mejores, más conscientes, poder escribir enseñar macrobiótica, mezclarnos con la vida y vivir más conectados con lo que de verdad importa.

Cuando te apartas de los automatismos, los apegos y la vida en piloto automático te encuentras por sorpresa con la mirada eterna de tu ser interior.

¿Cuál es tu camino del corazón, ese viaje a casa, el camino de regreso hacia tu ser esencial? 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Apúntate a mis Emails Saludables

Practico y enseño una alimentación macrobiótica sana, natural y llena de vitalidad. Y me encanta compartir:

Por eso envío un Email Saludables con recetas y consejos.

Son inspiradores, vas a motivarte y a aprender mucho.

Más entradas

Emails Saludables

Quiero compartir contigo recetas y consejos saludables para inspirarte, totalmente gratis.