Hay días en los que estar en Asturias durante una tormenta es como estar en el centro de un diluvio interminable. El agua cae con tal intensidad que uno se pregunta cómo es posible que la naturaleza tenga tanta capacidad para liberar semejantes cantidades. Y nuestra caravana parece no aguantar más humedad. Justo cuando piensas que la tormenta ha terminado, otro chaparrón llega de sorpresa, como si el cielo no se cansara de soltar más. La tierra sigue absorbiendo, y por momentos parece que no tiene límites.
Esto me recuerda mucho a los problemas en la vida. A veces, las dificultades llegan de manera inesperada y, cuando parece que lo peor ha pasado, surge algo nuevo que nos sacude nuevamente. Es en esos momentos que podemos recordar las enseñanzas de Thich Nhat Hanh, quien nos recuerda que «como las nubes tapan el sol, los problemas pueden tapar nuestra paz, pero el sol siempre está ahí, aunque no lo veamos.»
La filosofía oriental y el Yin y Yang nos enseñan que todo en la vida tiene su contraparte: caos y armonía, oscuridad y luz. Si aceptamos que la vida es cíclica, podemos manejar mejor las tormentas personales sabiendo que, al final, también pasarán.
Hay alimentos que nos desequilibran, que generan ansiedad y desasosiego. Tenemos que aprender a equilibrar nuestra dieta para que nuestra fisiología entre en un equilibrio que nos conecte con el presente, donde se halla la paz interior, la última realidad. De la misma manera, hay pensamientos recurrentes, apegos y programas mentales que tenemos que ir desactivando y así arrojar luz a la mente.
Tómate un momento para observar la lluvia, sentirla, ser lluvia, estar mojado hasta las entrañas. Únete a tu tristeza, acéptala, observa su causa, mírala a los ojos, no la rechaces, conócela a fondo, desde la tranquilidad de que tiene los días contados, igual que la lluvia (a no ser que vivas en Asturias).
El yoga y la macrobiótica nos enseñan a mantener el equilibrio, tanto en nuestra mente como en nuestro cuerpo. Al igual que los alimentos macrobióticos, que nos ayudan a nutrirnos de manera equilibrada y a vivir en armonía con la naturaleza, debemos permitir que nuestra mente se calme ante la tempestad, esperando a que las aguas se calmen para retomar el control.
Y si todo esto no funciona, y tal como hemos hecho nosotros, ¡huye tan rápido como puedas de la lluvia! La tormenta en Asturias nos motivó buscar el sol en Galicia, pero la lluvia nos persiguió. ¿A quién se le puede ocurrir buscar el sol en Galicia?
Así que decidimos viajar aún más al sur, hasta Lisboa. Porque a veces, cuando las soluciones parecen no aparecer, lo mejor que podemos hacer es cambiar de escenario y seguir buscando la luz con todo el humor que nos quede.
Nos encontramos en Lisboa, disfrutando de una nueva aventura y donde haré una presentación de mi libro El yoga de los Alimentos en el Instituto Macrobiótico de Portugal. Luego, tiraremos para El Algarve, la región más meridional de Portugal, antes de viajar hacia Andalucía a pasar el invierno.
¡Qué hermosa reflexión! La manera en que conectas la lluvia con los desafíos de la vida es inspiradora. Me recuerda que, como dices, las tormentas también pasan y nos dejan aprendizajes valiosos. Gracias por compartir estas enseñanzas y por recordarnos que incluso en las nubes más oscuras, el sol sigue ahí, solo esperando.
Me he reído con lo de buscar el sol en Galicia, ¡qué ironía! Pero tienes razón, a veces la mejor solución es cambiar de lugar y perspectiva. Gracias por transmitir tanto optimismo y recordarnos que hasta las tormentas tienen su fin.