En todos estos años acompañando procesos de transformación personal y compartiendo el camino de la alimentación consciente, he visto cómo ciertos hábitos, simples pero profundos, marcan una diferencia real. No son fórmulas mágicas ni modas pasajeras. Son prácticas que, una vez integradas, generan bienestar duradero. Aquí te comparto los diez que más impacto han tenido en mí y en las personas que acompaño.
El primer hábito que me cambió fue cultivar el autoconocimiento. Reservar un momento cada semana para preguntarme hacia dónde voy, qué necesito cambiar y qué sentido tiene lo que estoy haciendo, es una brújula. No se trata de obsesionarse con la mejora personal, sino de escucharse de verdad. A veces basta con escribir unas líneas o caminar en silencio. Esa práctica te va alineando.
El segundo que me ayudó mucho fue masticar más. Puede parecer banal, pero no lo es. Masticar entre 50 y 70 veces cada bocado cambia tu digestión, tu metabolismo, y también tu relación con la comida. Es algo que insisto una y otra vez en los talleres: da igual si comes sano si tragas sin presencia. El cambio empieza por ahí.
El tercer hábito es la conexión con la naturaleza. En el cuerpo, en la comida, en la casa. No hace falta vivir en el campo, pero sí buscar el contacto con lo vivo: pisar la tierra, bañarte en el mar, rodearte de materiales naturales. Incluso elegir tejidos más nobles o cosmética más respetuosa puede ser una forma de volver al equilibrio.
El cuarto hábito tiene que ver con el movimiento. Salir a caminar todos los días, estirarte al despertar, hacer algo con tu cuerpo. La vida es cambio constante, y cuando el cuerpo se estanca, la mente también. No necesitas rutinas estrictas. Solo moverte cada día, con alegría.
El quinto es limitar el uso de pantallas. Y no solo por higiene digital, sino porque ese exceso de estímulo te agota sin darte cuenta. La luz artificial, las redes, la info constante… todo eso interfiere en tus ritmos naturales, en tu descanso, en tu capacidad de atención. Dedicar al menos unas horas al día a estar sin pantallas es una medicina sencilla y potente.
El sexto hábito, que ha sido clave para mí, es la lectura. Leer algo cada día, aunque sean 10 minutos, alimenta el alma. Hay libros que te cambian la vida. No hace falta que sean complicados ni largos. Pero leer con intención, con gusto, te conecta con algo más amplio que el vaivén de lo cotidiano.
El séptimo es la alimentación macrobiótica. No como una ideología rígida, sino como una práctica de sentido común. Comer cereales integrales, legumbres, verduras de estación, productos locales y simples. Eso solo ya cambia tu energía, tu claridad mental, tu estado de ánimo. Porque hay alimentos que te centran y te dan paz.
El octavo es reducir la proteína animal. Esto es algo que cuesta aceptar para muchos, pero una vez lo pruebas, ves la diferencia. Te vuelves más ligero, más conectado con lo sutil. No se trata de eliminar nada por dogma, sino de hacer pruebas, de observarte, de ver cómo responde tu cuerpo y tu mente.
El noveno hábito es dormir temprano. No hay mejor medicina que el descanso. Irte a la cama antes de las 22h, levantarte con el sol, empezar el día con calma… es un hábito que reordena todo lo demás. No puedes tomar buenas decisiones si estás agotado.
Y el décimo es tener claras tus metas. No solo a nivel profesional o material, sino también interno. Saber hacia dónde caminas. Tener una lista, un cuaderno, una frase que te recuerde lo que quieres construir. Eso te enfoca, te centra, te devuelve a ti.
No necesitas cambiar todo de golpe. Puedes empezar por uno. El que más te llame. Y desde ahí, observar. Porque la transformación no ocurre de forma violenta ni con grandes promesas. Ocurre paso a paso, hábito a hábito, cuando empiezas a vivir con más conciencia, más presencia y más coherencia con lo que verdaderamente eres. Y esa transformación es, en sí misma, una forma de sanar.
Te sigo desde la pandemia. Recién jubilada. Tus recetas y consejos me acompañaban. Los seguí y adelgace muchísimo. Yo soy delgada. Me he cuidado siempre. No buscaba adelgazar. Ahora mantengo unos hábitos pero me permito algún «pecado». Los diez hábitos que propones me parecen básicos. Estoy contigo aunque no te diga al 100 %.
Un saludo
Me cuesta comer tranquila y masticar tantas veces!!!
Gracias Mariano! Tus palabras alientan y ayudan, especialmente a los que estamos siempre en la búsqueda de nuestro ser interior. Feliz Martes!!!
Hola Mariano, siempre te sigo en todos tus mensajes, excelente, un abrazo grande
Gracias por recordarme por donde es el camino, y recordé que hace tiempo atrás me sentía más feliz y una de esas cosas era por que había dejado las carnes. Pero todo eso que dices lo comparto . En verdad gracias un día podré tomar tus cursos por qué para mí es lo mejor para la vida.
gracias a tus consejos mi forma de comer esta cambiando poco a poco ya que me cuesta consumir poca proteina animal,las recetas de tu libro me encantan y que nos recuerdes cada tanto lo mejor para tener una vida plena es de agradecer enormemente,un abrazo para ti y familia